La vehiculamos y nos transporta en el tiempo y el espacio. Su abstracción convive con el magnífico poder que le proporciona la universalidad de sus elementos constitutivos.
Los inicios
En el periodo inicial de desarrollo de la web, su unidireccionalidad intrínseca limitaba el uso de lo sonoro a la función de mero “fondo” de la presentación. Esto no siempre consideraba aspectos semióticos o comunicativos, y son muchos los ejemplos de desaprovechamiento de sus ventajas. Por otra parte, las restricciones que imponían tanto la velocidad de transmisión como el lenguaje de programación obligaban a usar el protocolo MIDI, un estándar con capacidades tímbricas muy limitadas. Además, la cadena de mensajes numéricos debía ser “interpretada” por la Tarjeta de audio del receptor y reproducida por unos altavoces (o auriculares) que difieren de un terminal a otro, de modo que el resultado sonoro era impredecible. Se podría decir que cada ordenador “suena” de una manera, así que el equipo de programación de una página no podía garantizar un resultado definido de su trabajo de un modo universal. Y la “universalidad” pretendía ser, precisamente, una de las virtudes de la www.
Aquellas limitaciones técnicas, junto a la prevalencia conceptual de lo gráfico sobre lo sonoro orillaron el uso de los elementos audibles hacia un plano secundario, en el mejor de los casos. Pocas excepciones confirmaban esta regla: “fondos de música” de carácter corporativo o asociados a campañas publicitarias, ambientaciones más o menos sugerentes cuyo objetivo era mantener al visitante más tiempo en la página…
Segunda Generación
Con la aparición de la web 2.0 y el concepto de interactividad, los elementos sonoros fueron, aunque lentamente, ocupando un lugar más destacado en cierto tipo de páginas. Los nuevos algoritmos de compresión, el aumento de la capacidad de memoria y procesamiento que acompañan al incremento de la velocidad de transmisión de datos en la Red permiten compartir archivos de vídeo, animación y ¡audio real! de modo casi instantáneo. Las muestras y “loops” de audio, ahora comprimidos, ya no pesan como los viejos “wav” y pueden ser fácilmente insertados en la edición de la página. Así, en producciones elaboradas (e incluso en juegos o presentaciones basadas en “Flash”) se añaden “sonidos” que responden a las acciones del internauta cuando pincha sobre un enlace, pasa sobre un elemento gráfico o ejecuta una rutina. Persisten ciertos problemas al cambiar de página dentro de una web en ciertos navegadores (aunque siempre hay soluciones, como recurrir a “marcos invisibles”).
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José A. Bornay. Compositor y ensayista. Colaborador de Taller Digital. Co-autor del libro Convierte tu PC en un estudio (Anaya Multimedia).
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